La huella de la muerte.


Una mañana cualquiera. Otoño. Por diferenciar y acotar. Camino al trabajo recién cruzado el portal. La mirada aún vaga, a tono con la mente que añora el sueño de la noche anterior. Esa indefinible mezcla de sabores en la boca: café, tabaco y pasta de dientes. Ensayos de pensamientos que se agolpan sin llegar a tomar forma. Los ojos adormilados se topan con un gato negro muerto en la calzada. No creo en la mala suerte. Tampoco en la buena. Pero mi atención se concentra en ese cadáver abandonado sobre el que los estragos climáticos de la época del año que nos cobija, han decidido dotar a su muerte de una mayor singularidad de la que tuvo su vida. Es lo primero que me viene a la cabeza. Cuántos muertos se dan a conocer tras una existencia anónima. Fama tan poco deseada como la muerte.

Macabro, me llamarás, amigo lector. Sabes que hubiese hecho lo mismo si hubiese sido una persona la que yacía rodeada de hojas caducas. Primero "clic". Ya meditarás después, hasta la náusea a veces, si quieres redimir tus pecados. Incluso podría haber levantado el cadáver y fotografiar la silueta. Qué majadero.

Siempre pensando cuánto ocupa en mi alma mi parte carroñera. Siempre caminando sobre el lodo con el miedo de que el fango me cubra algún día de pies a cabeza. Y por otro lado, no puedo sacarme de la cabeza que la muerte rebosa poesía. Que es como una medusa, cuya armonía en el agua es de una belleza singular, a la vez que su picadura es una de las más dolorosas. Nadie escapará del abrazo de la muerte. Pero ninguno sabemos si la nuestra será motivo de atención. Para cuando queramos averiguarlo, estaremos muertos.

Fotografía: Kacho

Comentarios

kari ha dicho que…
Vanitas.
Los más altos monumentos fueron alzados para ser recordados tras la muerte y sin embargo, los más importantes hallazgos arqueológicos-antropológicos son de momias anónimas...algunas hasta "sonríen"...
Unknown ha dicho que…
Primero clic. Pues claro. Son otros los que han elegido la loable tarea de asistir, curar, ayudar. Nosotros nos podemos ver en una de esas, y sentir que el estómago se encoge, que las lágrimas empañan el visor (y la libreta), pero nuestra obligación es retratarlo y contarlo primero. Después es después. No creo que sea algo de lo que avergonzarse. Aunque habrá casos y casos... En fin, me has recordado el debate entre Márquez y Barlés, esa discusión entre periodismo, enfermeras y planos que no salen porque el compañero se cuela en el cuadro.
Kacho ha dicho que…
El famoso "métete a enfermera, cabrón". Contado por Márquez pierde mucha gracia. De todos modos, ¿siempre "clic"? Últimamente no lo tengo tan claro.
kari ha dicho que…
Y son esas dudas las que te hacen más crítico, más lúcido y más persona en el mejor sentido de la palabra...eso sí, igual te hacen menos "profesional", pero, como en casi todo, es cuestión de preferencias y de momentos.
Aprender a afrontar las consecuencias de cada decisión, supongo que es crecer...
Anónimo ha dicho que…
Gracias por poner tu blog entre los Sugus de regalo y fiesta, aunque no sean para mí. Ya tienes una lectora más.
La eterna duda: mantener la distancia a través del objetivo o implicarse...he aquí el gran dilema. Un besote

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