Reportero en la Ciudad de las Facturas.

Más de uno lo sabe, y por si acaso lo repito, que mi profesión y yo andamos dándonos segundas oportunidades. Y cómo no, por la intromisión de terceros. Las percepciones que obtengo a diario distan mucho de las que siempre me han hecho sentir que el corazón se me salía del pecho por la emoción, con La Nena al hombro (...hace tanto que no siento nada al hacerlo contigo...). Cada día que pasa, encuentro menos motivos para pensar que mi trabajo es un servicio para los demás. Y sin embargo, mi rostro pálido se vuelve bermellón al comprobar que soy un elemento más de la gran mentira de la televisión informativa. Todos dicen que estas crisis son normales. Otros, que ya me lo habían avisado. Pocos maestros, mucho "enterao".

Mientras me decido a dedicarme a mi verdadera vocación, estrella turbia del rock, y alejado de los grandes viajes desde hace un par de meses, la Ciudad de las Facturas enmarca mis devaneos laborales. Ya poca gente hace caso de mis extravagancias y mis locuras. Nadie me desbanca del "top" del "ranking" familiar en ese aspecto, por lo que, acariciando la edad de Cristo, mis padres pasan de darme ese empuje que siempre obtuve para conseguir lo que me proponía: su férrea oposición. Así que sigo grabando noticias. Esos sucesos que cuando no existen, se inventan.

El 12 de abril fui al Congreso para cubrir la investidura del presidente. Llevaba muchos meses sin aparecer por allí, sin estar en un mogollón de los buenos, de los de veinte cámaras, cincuenta redactores y treinta fotógrafos, mucha poli y mucho jefe de prensa. La noticia de la investidura es un clásico que se celebra cada cuatro años, si no se adelantan las elecciones. Para mi es la segunda. La resaca que me acompaña en las grandes ocasiones, también es un clásico. Creo que sin ellas, perdería la capacidad de concentración.

Voy solo. La Nena, un micro en el bolsillo y yo. Respondo diversamente al "andetemetes" de los que llevamos tiempo sin coincidir, y al "tatocao" de los que compartimos edificio y nos vemos a diario, y recojo todos los recuerdos que, de parte de los viejos perros, le envío frecuentemente a mi padre. A algunos, no los veo desde hace años. A otros me los encuentro en noticias menores. Hay muchas caras jóvenes que me son desconocidas. Uno de los trucos para sobrevivir en este curro, es conocer a toda la gente con la que vas a bregar. Saber de qué pie cojea cada uno y cómo actúan. Saber mucho del tema que cubres, estar en continua alerta y reaccionar a la velocidad de un felino; son tres actitudes que te pueden garantizar que tu trabajo va a salir bien. Hay que predecir situaciones, pensar qué imagen se va a producir y cómo la vas a captar. Muchos compis pueden leer esto y tildarme de "flipao". Pues tienen razón, lo estoy. Pero así nos va.


Una rápida ojeada al panorama y me pongo en guardia. Nos agolpamos en el patio de entrada al hemiciclo y grabamos o fotografiamos a todo bicho viviente. La poli que custodia el Congreso, personal fijo que nos conoce como si nos hubiese parido, nos acordona tras una prolongada "ele" de más de diez metros. Los que nos apostamos cerca de la puerta, obtenemos un plano más lucido. Suele conseguirse ese lugar por precaución (llegar pronto) o por picaresca (aprovecharse de tímidos e incautos). Ese cordón de seguridad puede parecer una gran idea para que no nos abalancemos a sus señorías, ni que aquello se convierta en una batalla campal, que es lo habitual. Lo malo es que encerrar a los que llevamos las cámaras y dejar sueltos a los redactores y redactrices, es igual que encerrar al pastor y dejar sueltos a los lobos. Pobres ovejas. Siguiendo los sacrosantos mandamientos de los superiores, los periodistas necesitaban preguntar y preguntar a ver si algún ministrable se iba de la lengua y el pueblo llano se enteraba de la plantilla del nuevo gabinete antes que el rey. Filtraciones aparte.

- ¿Le ha llamado el presidente?
- Me llama mucho./ De momento, no. / No sé nada./ Ya lo sabrán.

Los plumillas, erre que erre. Como yo trabajo para una agencia internacional, me despreocupo de la inmensa mayoría en cuanto a objetivos comunes. En el extranjero, sólo se conoce a Zapatero y algún erudito, a Rajoy. Así que no tengo que grabar a todas sus señorías, ni andar pendiente de la caza de las declaraciones a toda costa, por absurdas e improcedentes que sean; o que simplemente, como en este viernes, en realidad hay muy poco que preguntar y menos que contestar. Así que me dedico a observar todo lo que ahora os cuento.

Inmenso despliegue informativo. La mayoría de las televisiones envían dos equipos. De estos, uno por canal, se encarga de elaborar la ya archifamosa "pieza de ambiente/color", o incluso "humor/cachondeo". Los periodistas no son actores ni humoristas, por mucho que hagan el payaso en pantalla y fuera de ella. Sin embargo, se empeñan en que exploten toda su guasa para aliviar la tensión informativa. Los noticieros ya no buscan el análisis ni la profundidad de la realidad, sino la anécdota y el desliz.


Grábame esto, le conmina una intrépida redactriz a un compi, señalando a un operario que coloca los pivotes en los que se hilan los cordeles que nos contienen. Menudo planazo. Lo más gracioso es que el compi se niega a hacerlo, porque una vez grabó a ese tipo y casi le abre la cabeza con el mojón.

Encontrar humor en un acto como ayer, o tan siquiera curiosidades, es una ardua labor de incierto éxito. Pero los mugrientos somos gente obcecada y un hecho como que el pizpireto Martínez Pujalte se afeite el mostacho, se convierte en uno de los "hits" de la mañana. Gran tumulto a su paso. Los objetivos le apuntan y los micros substituyen a los desparecidos pelillos.

Foto: Uly Martín.


- Sr. Pujalte, ¿por qué se ha quitado el bigote?
- Porque me sale del cipote.- grito yo, fuera de la melé, así que no se me oye en este vídeo.

http://www.elmundo.es/elmundo/2008/04/11/videos/1207915765.html



A todo esto, recordad que los gráficos estamos cercados y que los redactores se mueven con mayor libertad. La invención del micrófono inalámbrico dio paso a grotescas situaciones. Los que lo llevan, envuelven al muñeco para preguntarle y ninguno se fija en que está tapando la visión a su propio cámara. Así que toca saltarse el cordón y magrearse para coger una buena toma.

La poli se mosquea y coloca a los plumillas detrás del precinto. Cada uno se planta delante del objetivo de su cámara. Cuando el que mira a través de ella le avisa de que le oculta la visión, se desplaza hasta tapar al cámara de al lado. Cuando éste protesta, brotan las neuras y los nervios. Los polis reciben orden de contener a las hordas periodísticas, por lo que imitan a los redactores y cuando miras el visor, la cara de un agente y su gorra se desborda a lo ancho y lo largo del encuadre. Les pedimos que se agachen. Negación. Los humores ya no están animados. Todo el mundo está mosqueado ya.

En la valla de la entrada del Congreso, los más inteligentes realizan canutazos a placer. Los diputados se paran ante las cámaras y contestan displicentes las perniciosas cuestiones de la prensa. Pero adentro, siguen ávidos de palabrería política. También están afuera los equipos de los programas de humor. CQC está haciendo castings de reporteros desde hace días. Imaginad lo que tiene que hacer un aspirante al puesto para quedarse con él. Para convertirse en avestruz. En el Congreso les niegan la entrada, pero no siempre es así. Hoy, al menos, nos libraremos de que un gilipollas se líe a gritos en mitad de un acto o de que una teta de silicona nos arrolle cual apisonadora. Es como si no tuviésemos bastantes políticos para tanta tele. Y yo pensando que era lo que sobraban en este país...


Agáchate, compi. Agáchate hostia. EEEEEEEEEH. Quitaos de en medio. Pero ¿qué hacéis?. Es lo único que se oye, resultado de de la brillante organización policial y de la reiterativa desorganización que nos caracteriza a los de la tele. A veces te jode un plano un diputado, como en este caso de la foto, la novata Ruth Porta. Los catetos que no conocen más que a ZP, también le exhortan a salir de cuadro. La ignorancia es atrevida de cojones.

Foto: Uly Martín.

Como la mía. Que le pido por favor a un cachas de metro y medio y cabeza rapada, que no se sitúe delante, que se mete en plano. Todos me miran con cara de pulpo a la gallega. El pavo se acerca y me informa, entre dientes, que es un secreta y que no tiene intención de joderme el curro, pero que la vida es "asín". Pienso de inmediato que si sigue apareciendo con esa pinta de poli chungo en cada imagen, a la hora del parte de las tres, va a ser más famoso que la Pantoja, pero me callo, aconsejado por la mirada de mis compañeros.

Los fotógrafos se esconden tras las esquinas y saltan a por su presa, colándose en el plano del compi de TVE. Les increpa y ellos miran al cielo como los niños traviesos. Tienen su gracia, hay que reconocerlo.

Un redactor grita el nombre de su cámara cada vez que llega algún diputado, a pesar de que el buen hombre lleva 40 años en la profesión, y de que cada vez que lo llaman, hace media hora que está enfocando al monigote en cuestión. Un joven compañero sufre porque no conoce a nadie de los que tiene que grabar. Está a mi lado y si le grito que por detrás se acerca Emiliano Gracián, correrá en su busca sin saber que no existe. Una cuarta parte del colectivo mugriento al que pertenezco, goza de la misma sapiencia. Cobran 1.000 € al mes. Tienen un horario de 11 horas, y consiguen los puestos de trabajo que algunos rechazamos por indignos. Suelen ser los favoritos de los plumis porque no ponen pegas. Pero son el objeto de sus iras cuando confunden a un vedel con un diputado por el hecho de que ambos llevan traje. Le acompaña un precario becario que ejerce de ayudante de cámara, que me fascina con su ilusión y su arrojo. Llora sin cesar porque tiene que meter el micro en los canutazos, porque hace frío, porque su redactora no está a su lado, porque Espinete era manco... Me fijo en que ni tan siquiera lleva la mochila en la que se guardan todas y cada una de las cosas que su compañero puede necesitar en una fracción de segundo. Esta joven promesa del reporterismo gráfico, no pasará más de un año sin estar portando una cámara. Los más veteranos deberíamos estar tranquilos porque les falta un poquito para soplarnos la oreja, pero como sólo somos números a fin de mes, mas nos vale rezarle a la Virgen de la Betacam.

Empieza la sesión de investidura. "La entradas" han terminado. Prendemos cigarrillos. La gente cambia el frío por café. Entre los cámaras, nos repartimos disculpas por las molestias causadas. Los redactores corren a seguir el debate sin decir adiós. Me fijo en la mirada cansada de mis compañeros. Hartos de que estos "fregaos" acaben siempre en caos. Hastiados de la dictadura de los redactores endiosados y de que siempre seamos nosotros los considerados escoria por las fuerzas de seguridad oficiales y oficiosas. De que se considere, que si no supiésemos como funciona la cámara, seríamos unos inútiles absolutos.

Grabamos las salidas de la sesión. No sé por qué, siempre son más tranquilas. Aún así, un cámara y un fotero casi se sacuden. Eso, en el fondo, nos mola. Liberamos la tensión. Lo malo es que asienta nuestra imagen de salvajes.

Llego a tiempo de ver los informativos. Con la agilidad digital que me caracteriza, zapeo de uno a otro para ver qué ha hecho cada canal. Esto de ver cinco noticieros al mismo tiempo, lo aprendí del maestro Pedregal. Al principio, no me enteraba de nada. El caso es que ni me río, ni me sorprendo, ni me digo "qué curioso". Todo lo que veo, me produce la sensación de que parecemos imbéciles haciendo una televisión para imbéciles y que, en el fondo, quizás nadie lo seamos.


¿QUÉ TE PASA?
CHIQUILLO
¿QUÉ TE PASA?
ME DICEN EN LA ESCUELA
Y ME PREGUNTAN EN MI CAAAASAAAAAAA.
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AL RECREO NO QUIERO SALIIIR
NO ME DIVIERTO CON NAADAAAA
NO PUEDO LEER NI ESCRIBIIIIIIIR
(final abierto)

Comentarios

kari ha dicho que…
¿ME MACHACAN CON CHORRADAS?

Opción para el final abierto, digo...
Kacho ha dicho que…
Me la apunto. Otras opciones:
NO SERVIMOS PARA NADA
YO PREFIERO LAS MAMADAS
MI PACIENCIA ESTÁ AGOTADA
¿Y PA' ESTO VOY DE PRADA?
CUÁNTO TONTO HAY EN LA PARRA
DAME UN TRAGO DE CAZALLA
TENGO EL CULO CON METRALLA
Y SI AL MENOS ME PAGARAN
NO HAY CONSUELO QUE ME VALGA
ME DAN GANAS DE IRME A CASA
HIJOS DE LA GRAN CHINGADA
TANTA MIERDA EN LA PANTALLA
ES MEJOR SALIR POR PATAS
EL CURRO ES UNA CAGADA

chin-pom!!!
kari ha dicho que…
Lo de EL CURRO ES UNA CAGADA fue lo primero que pensé,pero me parecía tan obvio...

;) ¡Cuídate, anda!
Unknown ha dicho que…
Fantástica crónica, hermano. Me has hecho recordar (y hasta echar de menos) las melés de los grandes días. Que, por cierto, hace mucha falta en estos días inciertos. Mira que no vernos con Carma!!!!!!! Besos
Francisco Seco ha dicho que…
jejeje, este año no me ha "tocao" pero leyendo la crónica pues como que lo estaba viendo. Si en el fondo nos mola....
Un abrazo
Fran

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