Hablando del tiempo...
Fotografía: Así se pone el sol en la Ciudad de las facturas. Kacho
Me viene a la memoria el recuerdo de una infernal y ancestral tarde de agosto, en la que mi amiga Miriam Robledo y yo sudábamos como finlandeses en la sauna mientras hacíamos lo menos aconsejable en esa época del año: trabajar. Debe existir dentro de mí un trauma de origen desconocido, pero me pone de muy mala raba que la gente se queje del calor cuando estamos pasando calor. El caso es que estábamos a punto de derretirnos y asfixiarnos y sentí un impulso irrefrenable de gritar la frase de marras, pero con una finta digna del mejor recortador, mi cerebro hizo un quiebro y pregunté de forma eufemística:
- ¿Cuál es tu estación del año favorita?
Miriam, que además de hacer unas fotos preciosas, es adicta a la conversación, me sorprendió con la respuesta que mi alma al grill necesitaba escuchar:
- Yo procuro disfrutar de todas las estaciones del año.
Esa sentencia me pareció tan sencilla como contundente y desde entonces trato de recordarla y aplicarla siempre y cuando el tiempo aciago nos atormenta con alguno sus múltiples disfraces. La meteorología condiciona nuestra vida y nuestro destino. Mark Twain prefería el cielo por el clima, pero el infierno por la compañía.
El clima siempre suele comportarse como un enemigo contra el que hay que dar batalla. En la Ciudad de las facturas, hemos hecho con las estaciones lo mismo que con los partidos políticos: nos hemos quedado solamente con dos. Estoy muy cabreado con el año 2.008 porque me dejó sin primavera. Llovió a diario. Algo que de manera tópica, nunca sucede a gusto de todos. En los pocos días en los que el cielo se abrió y el sol nos ofrecía su careto más sociable, en los que el aire fresco nos acariciaba; yo empleaba el tiempo en perseguir huelguistas, piquetes, manifestantes, desabastecidos, borrachos, violentos y "eurocopos". Ni un ratito de los pocos que la primavera quiso ser primavera, pude jugar con ella. El otoño y la primavera son los invitados tímidos de la fiesta. El verano y el invierno se agenciaron lo más comercial. Las vacaciones, los amores, las fiestas, las rebajas, las competiciones deportivas que te clavan al sillón, la nochevieja, los deportes pijos, las giras musicales... Son encantamientos de chamán que esconden su veradera faz. Sus temperaturas extremas matan la vida planetaria. El fuego y la escarcha son los verdugos de todo lo que nace en primavera. De nada le sirve alterar la sangre, llenar las ciudades de flores y los campos de vegetación.
El verano es un exterminador profesional. Nos deja los periódicos flaquitos, flaquitos... La tele, idiota de por sí, se dedica en el estío a insultar a la inteligencia sin miramientos. El calor nos arrebata el refugio de la ropa y nos exhorta a mostrar nuestras anatomías psicodélicas o cubistas.
Fotografía: Reportero gráfico tan fresco en Montmelló. Kacho
Nos hace participar en perfecta comunión de rituales vergonzosos. Qué lástima. Siempre hay un tirano que se impone a los demás.
Fotografía: AP
Estos días vemos cómo colean las últimas noticias de interés, que se desharán sobre el asfalto a 40º. El hijo de puta de Karadzic se disfrazaba de Papa Noel para negar su pasado de muerte y escoria. El invierno le regalaba un personaje entrañable que substituía al mal parido que es. En una semana, lo que tarden los primeros espadas de la política en largarse a veranear y nos quedemos con los subalternos, la crisis se irá a hibernar hasta septiembre, cuando volverá como una fiera con sus deprimentes cifras de paro veraniego en el sector hostelero y el ínfimo índice de ocupación hotelera. Los comercios necesarios estarán cerrados y sólo nos quedarán los macroestablecimientos de ocio y esparcimiento sin pretensiones. Te cerrarán el bar de la esquina y para ir al cine, tendrás que dejar el cerebro en casa. Nos mezclaremos los blancos lechones con negros zulús. Es lo que marca quién vuelve y quién está por irse. Pagaremos el sueldo de una semana por un cena salmonelósica. Descubriremos lo impresionante que es la Conchinchina, a pesar de las interminables tormentas huracanadas. O las titis que hay por Benidorm, o lo hermoso que resulta el atardecer en la llanura de la estepa manchega, que vuelve los trigales de oro y fuego.
Fotografía: Playa de Boa Viagem. Recife (Brasil). Kacho
En todas las estaciones, el tiempo escasea. En verano se mata el tiempo. Con un par. Sería más interesante almacenar todo el tiempo que se desaprovecha en verano, igual que se hacía con los víveres ante la inminente llegada del invierno. Pero me hago mayor y descubro que mi mami tenía razón. Que el tiempo que pasa nunca vuelve. Que el tiempo se va volando. Que el tiempo que se desaprovecha nunca se puede recuperar. Que es un regalo no pedido al que estamos obligados a dar uso. Por hablar del tiempo...
Me viene a la memoria el recuerdo de una infernal y ancestral tarde de agosto, en la que mi amiga Miriam Robledo y yo sudábamos como finlandeses en la sauna mientras hacíamos lo menos aconsejable en esa época del año: trabajar. Debe existir dentro de mí un trauma de origen desconocido, pero me pone de muy mala raba que la gente se queje del calor cuando estamos pasando calor. El caso es que estábamos a punto de derretirnos y asfixiarnos y sentí un impulso irrefrenable de gritar la frase de marras, pero con una finta digna del mejor recortador, mi cerebro hizo un quiebro y pregunté de forma eufemística:
- ¿Cuál es tu estación del año favorita?
Miriam, que además de hacer unas fotos preciosas, es adicta a la conversación, me sorprendió con la respuesta que mi alma al grill necesitaba escuchar:
- Yo procuro disfrutar de todas las estaciones del año.
Esa sentencia me pareció tan sencilla como contundente y desde entonces trato de recordarla y aplicarla siempre y cuando el tiempo aciago nos atormenta con alguno sus múltiples disfraces. La meteorología condiciona nuestra vida y nuestro destino. Mark Twain prefería el cielo por el clima, pero el infierno por la compañía.
El clima siempre suele comportarse como un enemigo contra el que hay que dar batalla. En la Ciudad de las facturas, hemos hecho con las estaciones lo mismo que con los partidos políticos: nos hemos quedado solamente con dos. Estoy muy cabreado con el año 2.008 porque me dejó sin primavera. Llovió a diario. Algo que de manera tópica, nunca sucede a gusto de todos. En los pocos días en los que el cielo se abrió y el sol nos ofrecía su careto más sociable, en los que el aire fresco nos acariciaba; yo empleaba el tiempo en perseguir huelguistas, piquetes, manifestantes, desabastecidos, borrachos, violentos y "eurocopos". Ni un ratito de los pocos que la primavera quiso ser primavera, pude jugar con ella. El otoño y la primavera son los invitados tímidos de la fiesta. El verano y el invierno se agenciaron lo más comercial. Las vacaciones, los amores, las fiestas, las rebajas, las competiciones deportivas que te clavan al sillón, la nochevieja, los deportes pijos, las giras musicales... Son encantamientos de chamán que esconden su veradera faz. Sus temperaturas extremas matan la vida planetaria. El fuego y la escarcha son los verdugos de todo lo que nace en primavera. De nada le sirve alterar la sangre, llenar las ciudades de flores y los campos de vegetación.
El verano es un exterminador profesional. Nos deja los periódicos flaquitos, flaquitos... La tele, idiota de por sí, se dedica en el estío a insultar a la inteligencia sin miramientos. El calor nos arrebata el refugio de la ropa y nos exhorta a mostrar nuestras anatomías psicodélicas o cubistas.
Fotografía: Reportero gráfico tan fresco en Montmelló. Kacho
Nos hace participar en perfecta comunión de rituales vergonzosos. Qué lástima. Siempre hay un tirano que se impone a los demás.
Fotografía: AP
Estos días vemos cómo colean las últimas noticias de interés, que se desharán sobre el asfalto a 40º. El hijo de puta de Karadzic se disfrazaba de Papa Noel para negar su pasado de muerte y escoria. El invierno le regalaba un personaje entrañable que substituía al mal parido que es. En una semana, lo que tarden los primeros espadas de la política en largarse a veranear y nos quedemos con los subalternos, la crisis se irá a hibernar hasta septiembre, cuando volverá como una fiera con sus deprimentes cifras de paro veraniego en el sector hostelero y el ínfimo índice de ocupación hotelera. Los comercios necesarios estarán cerrados y sólo nos quedarán los macroestablecimientos de ocio y esparcimiento sin pretensiones. Te cerrarán el bar de la esquina y para ir al cine, tendrás que dejar el cerebro en casa. Nos mezclaremos los blancos lechones con negros zulús. Es lo que marca quién vuelve y quién está por irse. Pagaremos el sueldo de una semana por un cena salmonelósica. Descubriremos lo impresionante que es la Conchinchina, a pesar de las interminables tormentas huracanadas. O las titis que hay por Benidorm, o lo hermoso que resulta el atardecer en la llanura de la estepa manchega, que vuelve los trigales de oro y fuego.
Fotografía: Playa de Boa Viagem. Recife (Brasil). Kacho
En todas las estaciones, el tiempo escasea. En verano se mata el tiempo. Con un par. Sería más interesante almacenar todo el tiempo que se desaprovecha en verano, igual que se hacía con los víveres ante la inminente llegada del invierno. Pero me hago mayor y descubro que mi mami tenía razón. Que el tiempo que pasa nunca vuelve. Que el tiempo se va volando. Que el tiempo que se desaprovecha nunca se puede recuperar. Que es un regalo no pedido al que estamos obligados a dar uso. Por hablar del tiempo...
Comentarios
Yo soy de veranito, que le vamos a hacer, me encanta pasar calor, pasear sin necesidad de cargar con jerseis y abrigos, disfrutar de las vistas...hasta me gusta la luz esa del mediodia cuando el sol cae a plomo y las calles se vacían de gente, esa que siempre aconsejan que debes evitar a toda costa para hacer fotos...pues a mi me encanta!
respecto a lo rápido que pasa el tiempo...lo jodido no es que el tiempo que pasa ya no vuelve, es lo que hemos hecho en él...pasarme más de 8 horas diarias frente a un ordenador no parece la mejor forma de vivirlo...suerte que de vez en cuando me escaqueo y me pierdo por algunos blogs...
Saludos
La foto la tengo en el comedor, fué un regalo de mi hermana, y la veradad es que le tengo cariño...
Un saludo!
La gente te sonrie cuando empieza la primavera y te das cuenta de que no estas sola en un a ciudad de 4 millones y medio de personas, pero en invierno es muy triste. Y la gente se emborracha para poder hablar, y bebe en los parques por la manyana para enfrentarse a si mismo.
Y que el sol es vida, y tiempo. SOlo cuando existe concibes el tiempo. Y que la vida hay que intentar explotarla, no pasearla, sino boicotearla contimuamente y estrujarla y darle cachetes y asustarla de vez en cuando con locuras irracionales, asi el tiempo se llena aunque sea de despropositos y sinsentidos, pero lo usas.
nos vemos a 40 grados y con el asfalto deshecho bajo los pies... una delicia.
Sí, me quejo cuando sobrepasamos los 40 grados, pero lo hago "por vicio".
Adoro el calor, las cenas improvisadas en las azoteas de las casas de los amigos,las noches de sábanas revueltas y camas sin hacer mientras se cuelan por las ventanas abiertas acordes de jazz del vecino, los ventiladores de techo, derretirme un hielo por el cuello mientras escribo mails, circular por casa con poca ropa, los baños en la playa con luna llena mientras el plancton pone el agua fluorescente,los vodkas helados y los besos con sabor a sal ¿qué te voy a contar que no sepas? Además ya quedamos que "pantufla", "estufa" y "anorak" son palabras espantosas...
Un beso y parafraseando..."desea que tu verano sea largo..." porque en cuanto cambian la hora en otoño empiezan las depresiones...