El insomnio.



Estoy solo en la noche y todo me pertenece.

Oigo el silencio y puedo oír vuestra respiración, el aire que os hace latir el corazón y que os ata a la vida en esa imitación a la muerte que llamáis sueño.

Puedo sentir vuestra inconsciencia y la confianza de entregar el gobierno de vuestras vidas a esa parte oculta de vuestra mente que llamáis subconsciente.

Puedo leer vuestros sueños.

Quizá mañana despertéis atormentados por las imágenes que
proyectó vuestro yo ignoto y os preguntéis si sabéis quién sois en realidad.

Y quizá estaréis confusos y asustados porque las tinieblas os mostraron todo aquello que la luz esconde, pero también puede ser que descubráis la esencia de vuestros anhelos.

Puedo abrasarme con el sol que brilla al otro lado del planeta.

Puedo vibrar con el bullicio de las ciudades despiertas.

Bajo el imperio de la luna, la vida se concentra en tugurios de mala muerte, donde el instinto devora a la razón y el ruido se traga las palabras.

Puedo ver lo que niegan vuestros ojos cerrados.

La vista a través de la ventana me ofrece vuestra existencia en suspenso y la escasa audiencia que gozan las estrellas y el desprecio que hacéis a su luz, que atraviesa el espacio durante años para llegar a este planeta de ingratos; al igual que diviso a los osados que mantienen la penumbra como si quisieran ser estrellas, como espectros supervivientes de la devastación ciega de la noche.

Puedo esperar a que abras los párpados para volver a encontrar la luna en tus ojos.

Puedo saborear la sal de las lágrimas que derraman aquellos a los que el dolor arrebató el sueño.

Puedo sufrir por el martirio al que son sometidos los que pervirtieron su conciencia.

Puedo compartir el deseo y la pasión de los cuerpos desnudos que olvidan a quién pertenecen, rogando ser poseídos; del mismo modo que me entrego a caricias carentes de afecto pagadas con dinero.

Mientras tanto, duermes junto a mí, atrapada en la inercia de la ley de la naturaleza, que te secuestra y me priva de ti.

Puedo dejarme arrastrar por el viento que surca los rincones de la ciudad dormida.

Puedo helarme por el frío y quemarme con el calor que perturba vuestro descanso.

Puedo mirar la cara de la luna, sin someterme a la condena de quedarme ciego por mirar al sol.

Puedo caer en todas las tentaciones que evitáis.

Cuando los demás os escondéis, aprovecho vuestra ausencia para soñar despierto, porque hubo un día en que dejé de dormir por las noches.

Comentarios

VolVoreta ha dicho que…
Hubo un día, en un instante desnudo de calor y de piedad, en que dejé de soñar despierta.
Miro soles y contemplo lunas y cuento estrellas pero ya no podré ver ningún reflejo en sus ojos.
Te dejo un beso.
VolVoreta ha dicho que…
(en realidad más que una frase...copie un concepto.
Yo puse en mi entrada:
Para los que viven en otra dimensión.

otra Dimensión)

...lo de "corto y cuelgo" en mi comentario era una metáfora (a veces abuso de ellas, me encantan)quería decir que con los comentarios que me dejáis a veces, fabulosos, que me hacen sentir...me quedo sin palabras y como quiero contestar, intentando hacerlo igual de bien, me quedo muy corta porque me bloqueo)
Intenta descansar. Buenas noches :)
Unknown ha dicho que…
Veo que sigues nuestros consejos y actualizas esto, eh men?

Me alegra leerte, en serio. Solo te falta agarrar esa camara y alejarte de tu frustacion como fotografo.

Es solo ponerse, ya lo sabes...
Ana ha dicho que…
Michel Foucault (1926-1984) sostenía que todo discurso es un instrumento que, en manos del que lo emite, sirve para ejercer algún tipo de control sobre los demás.

Además, añadía, de igual modo que la personalidad de un hombre se revela por sus acciones, el análisis deconstructivo de un texto permite conocer mejor el carácter de la persona que se esconde detrás de dicho texto.

No tengo nada más que añadir a las palabras del Sr.Foucault.
Espera! sí!
GRACIAS por los orgasmos (mentales) que tus textos me provocan.

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