Aprende con el tito Arnold.



“Terminator” es una magnífica película de acción de James Cameron inspirada en un magnífico relato de Harlan Ellison escrito en 1967 y traducido como “No tengo boca y debo gritar”, así como en guiones televisivos posteriores del mismo autor. Esto sólo fue reconocido después de varios litigios entre la productora y el escritor.


El exceso de pólvora y vísceras servían de plataforma de presentación de un trama apocalíptica. Los hombres creaban máquinas para matar a otros hombres y una inteligencia artificial que controlaba las máquinas para controlar a esos mismos hombres. Un buen día (bastante malo para los mencionados hombres y otros muchos miles de millones de ellos que no tenían nada que ver ), esta inteligencia artificial tomaba conciencia de su existencia y en un acceso desmesurado de rebeldía y egocentrismo, decidía aniquilar a sus creadores y a todos los hombres de los que hablaba antes, mediante un holocausto nuclear y debido a la posible amenaza que suponían para su existencia. Estos son los puntos en común del relato y del guión cinematográfico. Ellison optó por desarrollar la historia en otros términos. La computadora salvaba a cinco humanos para utilizarlos como cabezas de turco y aplicarles una sádica e inaplacable venganza de la que sólo tendréis información si encontráis el libro y lo leéis (aunque también se puede descargar, pero yo no he dicho nada).

En la película, la macabra inteligencia artificial desarrollada por el inteligentísimo y artificial ejército de los EE.UU. se llamaba Skynet. A mí me encantaba -y me sigue encantando- aquello de “Skynet tomó conciencia de sí mismo”. No es de extrañar que un producto desarrollado por los americanos tenga como primer pensamiento exterminar a todo bicho viviente después de experimentar en sus propios circuitos el descubrimiento cartesiano de que si estás pensando, es porque eres alguien. Los padres de Skynet (con la baba caída del progenitor primerizo) nunca contaron con este hecho insólito y asumían que su poder sobre la computadora era tan absoluto que ni siquiera se habían planteado cómo desconectarla. Para los científicos que diseñaron el proyecto era inconcebible la transformación de lo que debía ser instinto (un programa de respuesta a estímulos) en voluntad (la capacidad de ejecutar actos de un modo consciente). Pardillos…







La exterminación casi total de la especie humana fue cuestión de horas gracias a la existencia de una red de comunicación que conectaba todos los arsenales nucleares del planeta (¡uy, qué yu-yu!. ¿no?).  Fue el 29 de agosto de 1997, se conoció como el Día del Juicio Final (quizás el Vaticano también debió interponer querella) y daba pie a una secuela que pisoteaba el mito de que segundas partes nunca fueron buenas. El resto de la saga resultó un vano esfuerzo por seguir exprimiendo el talento de sus dos primeras entregas. De hecho, gran parte del presupuesto de efectos digitales se lo pulían en intentar rejuvenecer al que posteriormente sería investido Gobernador de California tras haber ganado unas elecciones democráticas.





Ahora quiero contar otra historia, aunque ésta es real. Hace millones y millones de años, aparecieron en la faz del planeta Tierra las primeras formas de vida animal. Si nos saltamos varios tomos de la enciclopedia, llegamos al momento en el que ciertos animales desarrollan una estructura interna que se conoce como esqueleto. Si seguimos pasando páginas, descubrimos que ciertos vertebrados, gracias al tamaño y forma de su cerebro y ciertas conexiones neuronales; experimentaron la conciencia de su propia existencia. Y mucho tiempo después, ciertos homínidos (de nuevo gracias a la morfología de su cerebro) desarrollaron un complejo sistema de comunicación que conocemos como lenguaje. Que estéis leyendo esto en lugar de que lo haga un chimpancé es la demostración pragmática de que somos los humanos los que gracias al desarrollo de esta habilidad, partimos el bacalao en este mundo. La capacidad para expresar emociones que no son consideradas como básicas, el poder de la persuasión, la razón y la ciencia; son aptitudes y conceptos que jamás habrían podido darse de no ser por el desarrollo lingüístico.

La conciencia de la propia existencia, el nacimiento de la voluntad, la creación y el desarrollo del lenguaje son milagros en términos evolutivos.

Pues bien, no tengo ni pajolera idea de quién creó el universo. Sea lo que fuere, ha de ser eterno y es demasiado osado atribuirle voluntad y conciencia. Dejémoslo así. Lo que sí está claro es que el hombre salió rana. No sé si entraban en los planes de la fuerza o ente creador, las consecuencias ilimitadamente terribles que provoca algo tan microscópico como una neurona y los impulsos eléctricos que envía a las distintas partes de un cerebro más desarrollado que el del resto de las especies animales. Especies de las que nuestra cadena genética, curiosamente, se diferencia -en ocasiones- en poco más de un 1%. Pero pasando otro kilo de hojas podemos comprobar que al igual que Skynet, el hombre tomó conciencia de sí mismo y que desde entonces, ante la posible amenaza que supone su entorno, ha dedicado todos los siglos de su existencia a destruir todo lo que le rodea como si se tratase de una inteligencia artificial en rebelión.



Al paso que llevamos, el único destino de la raza humana es el exterminio total. A vivir, que son dos días.

Comentarios

hijoeputa ha dicho que…
Somos virus, según el agente Smith.
Alberto Tallón ha dicho que…
Yo tengo un chimpancé que hace los trabajos que luego entrego, y por los que me pagan, tarde y mal eso sí. Lo mismo se acabarà rebelando contra mí, pero de algo hay que morir...
Kacho ha dicho que…
Intuyo que no eres el único que recurre a los chimpancés. De hecho, la única explicacion posible a como funcionan ciertas cosas es que sean primates los que las realizan.

No dejaria de ser triste tu muerte por el hecho de que te matase un mono.
Ana ha dicho que…
"Hay gotas que nacen con vocación de colmar vasos".
...
Te juro que hace meses que no puedo sacarme esa MAGNÍFICA frase de la cabeza, Kacho.
: )

Venía a desearte un
Feliz 2011.
Y a dejarte besos como gotas, ya que estamos.
; )
Kacho ha dicho que…
Hay pocas cosas más gratificantes que algo que nace de uno mismo pase a formar parte de otros. Muchas gracias, Ana.

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