El paraíso (perdido) está aquí dentro (I)

  Portada del álbum "...and justice for all". Metallica, 1989.


La historia de los Tres de West Memphis no es muy popular a este lado del Atlántico. En realidad, tampoco es muy conocida fuera de las fronteras de Arkansas. Personalmente, hasta hace un año no había oído jamás el nombre de ese pueblo norteamericano y probablemente, si estás en esa situación, también te preguntarás después de unos cuantos párrafos, como ha podido ser así.
West Memphis es una localidad nada próspera que pertenece a lo que Keith Richards y algunos cuantos más tienen a bien denominar como el cinturón cristiano de los EE.UU. La gente de ese territorio posee una visión peculiar del catolicismo. Los que adoran a Alá en otras partes del mundo  de un modo tan peculiar como se adora a Dios en el cinturón cristiano de los EE.UU., reciben los apelativos de fundamentalistas, fanáticos, integristas o extremistas; y el trato que reciben por parte del resto del planeta es el de terroristas, con todas las consecuencias que eso pueda implicar.  En la cuna de los fuertes, la tierra de los valientes;  no tienen por qué temer que  otro ejército superior en número y en tecnología se adentre en su territorio por el hecho de haber recibido cualquiera de los calificativos que acabo de citar.
Dejad de morderos los muñones, que ahí va la historia. En 1993, tres muchachos de ocho años fueron asesinados después de ser torturados, violados y mutilados. En concreto, a uno de ellos le amputaron los testículos, el escroto y le desollaron el pene. Los cuerpos aparecieron atados de manos y pies junto a un río en el bosque. Una zona conocida como Robin Hood Hills. Solo un monstruo pudo ser capaz de cometer semejante salvajada y el sheriff del condado puso pies en polvorosa para cazar a dicho monstruo. O para inventárselo en caso de no dar con él. Cogieron al tonto del pueblo y después de un interrogatorio en el que las garantías del detenido (sin cargos ni sospechas) brillaron por su ausencia, le arrancaron una declaración en la que incriminaba a los dos jóvenes más raritos que pululaban por las calles de aquel lugar perdido de la mano del dios al que tanto clamaban, y se inculpaba como cómplice necesario y encubridor.  Nunca hubo pruebas periciales. Nunca hubo testigos fiables. La venganza divina debía ser impartida por los humanos  y bastó que uno de los tres metiese la gamba en el juicio (aunque tampoco hacía falta) al confesar que sentía algo más que afición por el ocultismo, para que fuesen condenados por homicidio en primer grado con agravantes. Satanismo, ni menos ni más.
En ese mismo lado del globo, la gente se rasga las vestiduras por las lapidaciones que impone la fatwa coránica.
Damien Echols fue condenado a muerte. Charles Baldwin a tres cadenas perpetuas. Jessie Misskelley a una perpetua y a dos condenas de 20 años por complicidad. Aún siguen en prisión. Los cineastas Joe Berlinger y Bruce Sinofsky se embarcaron en el rodaje de un documental sobre todo el proceso desde su comienzo , “Paradise Lost”, lo que otorgó al suceso una publicidad inesperada en toda América del Norte. La emisión de la producción en el canal HBO removió conciencias e indignó la inteligencia de todos aquellos que consideraban inaceptable que esa manera de impartir justicia tuviera lugar en su propio país, con sus propios impuestos y sus propios servicios públicos. Tal revuelta social se materializó en la fundación de una organización de voluntarios conocida como “Free West Memphis three”. Desde entonces, recaudan fondos para sufragar las pruebas periciales que demuestren o no, la participación en los crímenes de los tres hombres que a día de hoy, esperan un nuevo juicio. Literalmente, le han dado la vuelta al caso. No desvelo nada más, porque el documental cuenta con una secuela y hay dos más en preparación. Os lo recomiendo, porque hay mucho más que lo que aquí habéis leído y os aseguro que definirlo como esperpento, supone quedarse muy corto.

        Fotografía: Los tres niños asesinados (arriba) y los tres jóvenes condenados (abajo)

Yo vi hace un par de semanas las dos primeras partes que están editadas. Sin hacer valoraciones y después de buscar información sobre el tema, a día de hoy queda demostrado que ninguno de los tres reos recibieron un juicio justo, sino que fueron víctimas de una farsa que tenía como fin saciar las ansias vengativas de una comunidad llena de odio más o menos justificado. E inevitablemente, uno se pone a pensar que la justicia es frágil, delicada, difícil de administrar… Su reverso tenebroso, la injusticia, camina detrás tratando de envolverla con su insaciable manto oscuro. Algo más fino que un hilo las separa. Y quizás sea la injusticia uno de los conceptos que más ira, impotencia y frustración pueden provocar en el ser humano.
Estos tres jóvenes se han convertido en adultos en una prisión. Puede que sean inocentes. Pero para dejar de ser inocente, se ha de demostrar la culpabilidad. De eso trata la justicia. Nadie ha de probar su inocencia. Son los ministerios fiscales los que han de demostrar mediante pruebas irrefutables, la implicación de los acusados en los hechos que se presentan como materia de falta o de delito.
A principios de esta semana, comenzaban las vistas orales del juicio por la muerte de la joven Marta del Castillo. Solo un monstruo puede ser capaz de cometer ese crimen del que se acusa a un mayor de edad y a no sé cuántos menores. Si Marta del Castillo hubiese sido, no digo familiar, sino tan solo conocida directa; probablemente estaría pidiendo a gritos los cojones de los acusados colgados de la Giralda. Afortunadamente, en todos los sentidos, no lo soy. Y eso es lo que me sirve para poder inhibirme emocionalmente, y así todos los que no lo somos,  para reflexionar sobre tan salvaje crimen.  Durante esta semana, Internet ha sido un hervidero de mensajes que reclaman cadenas perpetuas para los jóvenes acusados, penas de muerte, cumplimiento íntegro de las condenas, que se pudran en el cárcel y todo tipo de lindezas que no voy a reproducir; pero que a buen seguro, se te pueden ocurrir leyendo la noticia en el periódico mientras disfrutas de una cervecita helada en una plácida terraza, mientras los niños corretean  y tu mujer habla por el móvil. Así, a bote pronto.
No voy a defender la inocencia de estos chicos. No tengo pruebas, hay una confesión de culpabilidad y según los medios de comunicación, no hay duda de la autoría del crimen aunque no haya cadáver. Da igual. No es eso a lo que me refiero. Lo que digo es que son culpables desde que sus nombres salieron por primera vez en un telediario. Los jueces imponen el secreto sumarial y automáticamente, los medios publiquen todas la filtraciones posibles y necesarias para que el populacho emita su veredicto sin más prueba que negro sobre blanco.  El año pasado un hombre fue acusado de matar a la hija de su compañera sentimental por una sospecha. Para cuando se demostró su inocencia, ya había sido condenado por toda este país.
Insisto. No estoy defendiendo la inocencia de estos chicos. Estoy denunciando que los que vivimos  a este apacible lado de la ley que nos permite repartir sentencias a diestro y siniestro, solo nos preocupamos de gente como la que está acusada en ese proceso cuando cometen monstruosidades como estás de las que están acusados. Sin embargo, nadie se para a pensar en qué  clase de monstruo se puede convertir un joven que ha pasado 18 años en la marginalidad más absoluta y del que la Junta de Andalucía solo se ha preocupado cuando ha tenido que encerrarlo en un reformatorio o en un hospicio. Nadie se para a pensar en los maltratos que recibió de quien suponía que le darían afecto. Nadie se para a pensar que se crió solo en una barriada marginal. Parece que a nadie le interesa con sinceridad el alto nivel de absentismo escolar o el escaso grado de alfabetización que sufre este país y especialmente, determinadas comunidades autónomas. Miento. Basta con que algún “analisto” nos dedique un titular de esos de “España, a la cola de la educación en la UE”, para que el partido opositor de turno le escupa el dato a la cara del partido gobernante de turno.
Pero no  echemos la culpa a los de las bancadas rojas y azules, como siempre hacemos cuando no queremos mojarnos nuestro suave culito de bebé. Estoy hablando de la cantidad de gente que se ha dedicado a lo más fariseo,  a rebotar y reenviar los mensajes que ya he mencionado. Somos muy hipócritas. Fingimos indignación cuando nos importa una puta mierda. Pero nos gusta gritar con la boca bien abierta, porque nos creemos que eso nos carga de razón y que al condenar el mal, nos acercamos al bien. Somos incapaces de tratar de entender por qué  unos menores de edad (seres humanos como vosotros y como yo) han cometido un crimen salvaje y deleznable de un modo tan gratuito. Pedimos matar al perro para acabar con la rabia, en lugar de tratar de descubrir en qué hemos fallado como sociedad a esos chicos.








                                El jardín de las delicias. El Bosco, hacia 1500.


Y las soluciones que encontramos para acabar con estas lacras sociales no son otras que ampliar la distancia entre los bien-pensantes y los pudientes con respecto a los que no alcanzan ese grado de honorabilidad. Todo pasa por acotar y cercar. No nos importa vivir enjaulados si así nos sentimos seguros, en lugar de tratar de evitar algo tan obsceno como que las personas traten de protegerse de sus iguales, sin lograr encontrar otra diferencia que la social; puesto que siempre resultará más cómodo defender la divinidad del Edén mientras disfrutamos a cubierto del sabor de sus manzanas.

Comentarios

hijoeputa ha dicho que…
Sabes como se soluciona toooooodo esto y tooooodos los problemas de la mal llamada humanidad?
Holocausto nuclear. Dos sencillas palabras, verdad?
"Odio a todo el mundo estoy lleno de mezquindaz y ojala que llegue una guerra nuclear, para parara, para parara, para, parara paaaaaaaaaa, pa."
Es que lo de la escopeta es mucho más laborioso.
Alberto Tallón ha dicho que…
¡Por fin un poco de lucidez! Entre tertulianos de tele, radio, y sus imitadores de bar, parece que la estupidez se extiende cada vez más...

y así nos va...

saludos!
VolVoreta ha dicho que…
No sé qué decir, Kacho ... tienes razón en lo que dices en cuanto a los medios de in-comunicación y la in-justicia y lo in-cultos que somos la mayoría.
La Justicia debería cumplir con su cometido, los medios de comunicación deberían ser más objetivos y prudentes porque saben a quien se dirigen (y el gran poder que tienen).
Sin embargo, no lo tengo del todo claro con esos marginados de puñal fácil; no encuentro justificación en eso de que como el entorno me es hostíl y me trata mal, voy y te mato... No me convence.
Es un tema más complicado de lo que parece y, sinceramente, no me siento capacitada para discutirlo.

Te dejo un beso.
Kacho ha dicho que…
Gracias por vuestros comentarios. Perdonad que no saque mucho tiempo para responder. Tampoco puedo decir mucho más de lo que vosotros decís. Tan solo, que en este caso se alimentan tramas de novela negra y conspiraciones impropias de adolescentes, cuando en realidad es un caso prematuro de violencia de género. Algo que se aprende y que se hereda...
Óscar Ansótegui ha dicho que…
Vaya historia siniestra. Voy a buscar esa película (documental), parece interesante. Un abrazo tio
Guille ha dicho que…
Hola Kacho, donde se puede ver el documental? o no está editado todavía, y otra cosa ¿como acabaste anoche?, cuando esa gente desenfunda porras no miran.
Soy Guille, el fotógrafo de habla chucho que no te escucho.
Un abrazo, ya nos veremos.
Kacho ha dicho que…
Hola, Guille. La mani terminó un poco revuelta. Cortaron el tráfico en Prado, Atocha y Cibeles, pero apenas hubo enfrentamientos directos con la Policía. Aún así, pude sacar cositas.

La peli está editada. Yo la pillé en Fnac y la verdad es que lo estuve buscando y es el único sitio donde lo encontré.

lo temgo prestado y con lista de espera, pero si cuando la recupere aún no lo has visto, hacemos un apaño. OK?

Un abrazazo.
Un abrazazo.
guille ha dicho que…
hola Kacho, muchas gracias por lo del documental, no te preocupes, voy a ver si lo puedo ver por internet.
Me alegro que acabaras bien y entero la manifestación, yo seguí a los chavales hasta Cibeles y allí pasó de todo.....no llevo flash pero aún así pude salvar alguna fotografía.
He puesto un enlace a tu blog desde el mío, si no te importa.
Un kacho abrazo.
IND IFERENTE ha dicho que…
Es febreo 2012 y estoy muy ps no sé...feliz de anunciar que los 3 chicos de Memphis de los que habla este artículo, que ahoran tiene 36, 37 y 34 años fueron liberados el 19 de agosto de 2011, después de 18 años de ser injustamente encerrados.

Yo personalmente ví el documental antes de que los liberaran y pude ver en sus ojos perfectamente que eran inocentes. También pude ver en los ojos del perro ese John Byers, el papá de uno de los niños, maldad. También pude distinguir la manipulación, una persona manipuladora.

Ah y ya para
IND IFERENTE ha dicho que…
ah y ya pa acabar estoy completamente de acuerdo con el primer comentario.

No hay peor raza que la de los seres humanos y la forma de acabar con nosotros es nosotros mismos
Kacho ha dicho que…
Buenas noticias. Gracias por difundirlo. A la espera de la nueva entrega del documental.

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