Mi corrector no sabe escribir Chopenjagüer




Dijo Schopenhauer, mucho antes de que viésemos vídeos de gatitos en Youtube, algo como que cualquier persona con dos dedos de frente no podía creer que el cúmulo de experiencias buenas de la vida compensa los malos momentos que nos toca vivir. Habría que reunir muchas buenas-buenas para sopesar una sola mala, pero mala de verdad (y tampoco vienen tantas de las primeras). Cualquier regalo que se nos ofrece tiene un contrapunto oscuro con una capacidad infinitamente mayor para traumatizarnos. Por poner el ejemplo más crudo pero a la vez clarificador, la alegría vivida por el nacimiento de un hijo nunca podrá sobreponerse al dolor de perderlo. Las mariposas del amor se convierten en serpientes venenosas cuando este se transforma en desamor, para ser menos tremendista. Digamos que lo bueno es un árbol de hoja caduca y lo malo echa raíces profundas, brota y se ramifica. Digamos, y no se me ha ocurrido a mí, que la vida es como el Tetris, porque los triunfos desaparecen y los fracasos se acumulan. Hostias, qué pedazo de planteamiento. Algo así como la lozanía, que se evapora; mientras que la vejez se hace patente día a día en cada arruga.

Dijo Schopenhauer, mucho antes de que (resuelto el alimento y el cobijo) nos dedicásemos a mirarnos el ombligo, que admitimos inconscientemente que la vida es una puta mierda (hala), un camino minado por el sufrimiento, cuyo único remedio es la búsqueda incesante y ciega del placer. Pero el placer es traicioneramente efímero. Nadie se ríe eternamente del mismo chiste. El placer obtenido solo genera una persecución estúpida de un placer superior.  Los orgasmos duran menos que las ganas de follar. El hambre se sacia por poco tiempo. Nadie se puede creer que se pueden cerrar los ojos a lo malo y reservarlos para mirar solo lo bueno. Por eso nunca he tragado a los optimistas. Porque siempre se paga por lo bueno, no seamos idiotas. Incluso un alto precio. Y de regalo, viene el miedo a perderlo.

Dijo Schopenhauer, mucho antes de esta oferta insaciable de deleites para los sentidos, que el aburrimiento nos iba poseyendo con los años, que la juventud era una montaña cuesta arriba que terminaba al llegar a la cumbre desde la que ves el inexorable descenso hacia la muerte. Cada vez es menos nuevo todo. Cada vez cuesta más que algo nos sorprenda. Y además, repito, acumulamos miedos intrínsecos a la experiencias que acumulamos, que provienen a su vez de los ratos chungos que hemos vivido y todo lo que deriva de esos términos tan fatales como son desgracia y tragedia. De eso todos sabemos. Hasta el optimista idiota.


Ahora bien, soy capaz de tragar toneladas de mierda durante días solo porque me hayas mirado a los ojos durante dos segundos. Y eso, a lo mejor, nunca le pasó a Schopenhauer. 

Comentarios

volvo ha dicho que…
Ya han pasado tres años en dos segundos....

Te dejo un beso.

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